El Recuperador de Vivencias
No lo pensó. Estaba tan convencido de querer hacerlo que firmó todos los consentimientos sin apenas leérselos. Finalmente, hizo lo propio con el contrato y la autorización de pago. Siempre cobramos por anticipado y no se aceptan devoluciones. Tampoco quiso esperar. Normalmente no aconsejamos a nuestros comerciales que pregunten más de dos veces a nuestros clientes si se lo quieren pensar; al señor X se lo preguntaron hasta en seis ocasiones. Nunca habíamos visto a nadie tan convencido.
Estuvo de suerte y ese mismo día hubo una cancelación de última hora. No, no fue un arrepentimiento, la desgracia quiso que un cliente se saltase tres meses antes la revisión médica obligatoria y tuviera un infarto no previsto. ¿Se lo pueden creer? Estamos en el siglo XXII y todavía hay gente que se salta las revisiones. De locos.
Procedimos a implantarle el Recuperador de Vivencias esa misma mañana. Puede que ya sepan cómo funciona, pero se lo explico igualmente. Es un fluido nanorobótico que se introduce con una aguja micrométrica en la amígdala cerebral. Al cabo de tres horas, el cliente ya está en disposición de activarlo con el interruptor externo, situado detrás de la oreja derecha y conectado con la zona del implante mediante un nanohilo de grafeno.
Es importante recordar que nuestro contrato inicial otorga un total de veinte horas de Recuperaciones, y siempre recomendamos no malgastarlas. Es mucho mejor revivir veinte experiencias de una hora que una sola de veinte. Pero, está claro, es una decisión muy personal. El tiempo transcurre exactamente a la misma velocidad de la vivencia recuperada, es importante ser consciente de ello.
El señor X regresó al día siguiente a por veinte horas más. Todavía nadie ha superado ese récord. Ya no parecía el hombre ilusionado que quería el RdV para revivir la última Nochebuena que pasó con su hijo. Ahora parecía más bien un yonqui. Nos hemos encontrado con otros casos después, pero los hemos reconducido con el apoyo psicofarmacológico que incluimos en el contrato desde esa primera vez. Cobramos un pequeño suplemento por implantar en días festivos, como en aquel día de Navidad. El señor X volvió a firmar los documentos y quedaron gravados todos los requerimientos legales, igual que el día anterior.
Respiramos aliviados cuando el señor X no apareció en los días siguientes. Creímos, no teníamos aún la suficiente experiencia, que se repondría y que ya habría saciado sus expectativas. Nos equivocamos, y de esos errores aprendimos. El treinta de diciembre aparecieron en nuestras oficinas la esposa y la hija mayor del señor X. Me explicaron, yo mismo las atendí, que el señor X tenía la intención de volver a por otras veinte horas y querían que nos negáramos. Estaban preocupadas por dos aspectos. El primero de ellos era el económico: nuestros servicios no son baratos, ya lo saben, cuestan lo mismo que una carrera universitaria. El segundo, más importante, era el psicológico: creían que el señor X había quedado demasiado afectado por la sensación tan real que proporciona el RdV y sólo hablaba de volver a implantárselo para Nochevieja. Tienen que entender que cuando estamos inmersos en una Recuperación no quedamos sedados. Aconsejamos siempre tenerlas en una habitación cerrada y con alguien que nos vigile, para evitar cualquier incidente. La experiencia proporciona sensaciones que ocupan nuestro plano presente de la realidad, mientras estamos en una Recuperación nos movemos, caminamos, hablamos, comemos… hacemos todo aquello que vivimos en su día.
Hicimos las consultas pertinentes a nuestros abogados, que incluso acudieron a los Servicios Telemáticos de Urgencia de los juzgados del condado, y nos confirmaron lo que sospechábamos: si el señor X requería nuestros servicios, al no estar incapacitado, no podíamos negárselos. La esposa apeló a nuestra humanidad, y tengo que reconocer que me conmovió profundamente cuando me dijo que su marido, en su afán por recuperar las vivencias con su difunto hijo, las dejaba a ellas al margen del presente, las hacía a un lado y convertía las navidades presentes en un amargo recuerdo futuro. Casi con lágrimas en los ojos tuve que explicarle que no nos podíamos negar.
El señor X vino al día siguiente. Pagó por otras veinte horas, aunque le ofrecimos la posibilidad de disminuir el tiempo. Se negó, evidentemente. Me pareció una sombra entristecida del hombre que vino tan sólo una semana antes.
No volvimos a saber de él hasta tres meses después. Mucho más delgado, con ropas mucho más discretas, me explicó que su mujer y su hija lo habían abandonado. Que no le entendían, que decían que estaba aferrado al pasado en vez de abrazar el presente junto con sus seres queridos más próximos a la espera de un futuro mejor, menos amargo. Le dije que creía que tenían razón, que no era buena idea abusar del RdV. No le hizo gracia, pero me dijo, ahora sé que me engañaba, que estaba dispuesto a cambiar. Y, como prueba de ello, pidió que se le implantara sólo una hora. Como les digo, no podíamos negarnos, con lo que accedimos a ello.
El señor X quiso esa hora para revivir el accidente de parapente en el que perdió la vida su hijo. Habían saltado los dos en un regalo que les hizo la señora X. Pero el de su hijo, inexplicablemente, no se abrió. El señor X tampoco abrió el suyo ese día.
La nueva Ley de Protección del Recuperador nos obliga a explicarles la historia del señor X como ejemplo de posibles efectos adversos. Pero, déjenme que les diga, gracias a él ahora nuestros servicios son mucho más completos y seguros. Por eso pueden ustedes beneficiarse del nuevo pack familiar de cinco horas para cuatro miembros que están a punto de adquirir y así recuperar todos juntos ese último día de Reyes con los abuelos. ¿Qué mejor regalo familiar que un Recuperador de Vivencias conjunto?
Firmen aquí, que enseguida empezamos. Tienen suerte, hemos tenido una cancelación. Un accidente de coche, ¿saben? ¿Quién se empeña en conducir manualmente, ya en el siglo XXII? De locos.
Originally published at http://rafaelalarconentrena.wordpress.com on December 28, 2020.